domingo, 20 de marzo de 2011

Despejado



Ya  caía la noche, había sido un día bastante activo; él tan solo pensaba en lo que le depararía el día siguiente, lo emocionaba, y lo preocupaba. Entro en su casa y dejo al lado de la puerta la maleta donde llevaba la ropa sucia y mojada con la que había ejercitado su cuerpo y aquietado su mente las ultimas cinco horas de ese día; ya sabia que era hora de dormir y dejar que sus músculos reposen sobre su cama, pero como era clásico en él, la mescolanza de emociones que lo abordaban en ese momento no le permitía hacer mas que pensar en ese nuevo día que cada vez se aproximaba mas y mas.

Ya entrada la noche, después de haber tomado una ducha fraccionada como le gustan, primero caliente y luego helada; salió al balcón de su habitación, se sentó en el mismo butaco y estiró sus piernas en el mismo barandal, y allí quedo rendido bajo el llamado atrayente que le hacen los sueños a todos aquellos que se permiten disfrutarlos. 

Ya había amanecido, los primeros rayos del sol se colaban entre los agujeros que el viento impredecible le hacia a las nubes. Se despertó de un sobre salto, sentía que era tarde, muy tarde; se arrepentía profundamente por haberse quedado dormido de esa forma. Salió corriendo a su closet, agarro entre sus temblorosas manos una muda nueva de ropa, y entre maroma y salto se la puso mas rápido que si se la estuviera robando. Corrió hasta su entrada, abrió la puerta de su casa, salió de allí son esperar que la puerta se cerrara, pero no le importaba tampoco, porque sabia que si todo le salía como esperaba, esa misma noche dejaría de vivir en aquel maltrecho apartamento.

Ya se había establecido la mañana, él seguía corriendo; no se tomo la molestia de esperar el bus de servicio publico, era mas rápido llegar al punto de encuentro a pie. Por fin llegó, era el ultimo como lo pensaba, por poco no lo dejan inscribirse en la carrera; esta que no era su primera carrera tenia algo supremamente importante y especia. Quería ganar a toda costa, para eso se había preparado y entrenado arduamente, para eso había corrido antes en otras ciudades, sólo para esta carrera.

Ya comenzó la carrera, inclinó su cuerpo hacia delante, parecía que fuera a terminar en el piso; rápidamente abalanzó una de sus piernas  lo mas lejos que pudo mientras que apretando sus puños regulaba el equilibrio de su cuerpo con sus brazos. No miró a nadie, sencillamente corrió, lo hizo como nunca lo había hecho; tenia la sincronía perfecta, todo su cuerpo parecía estar de acuerdo, desde lejos se veía como si estuviese flotando, la gente  que asistió a la carrera para ver el espectáculo se asombraba con la versatilidad y la fluidez de sus movimientos.

Ya, en la carrera, él sintió que iba a ganar, lo esperaba, lo quería y en su mente estaba la victoria como única alternativa; lo estaba logrando, ya había pasado a la mayoría de sus contrincantes, los había dejado tirados atrás. Unos pocos metros antes de la meta se encontraba frente a él su ultimo oponente, ese que era él favorito de los medios y la gente, ese que le sirvió de ídolo para hacer lo que estaba haciendo, ese unos años atrás le dijo “animo, usted puede lograr lo que se propone si deja de ser su pero enemigo.” Tenia que ganarle a su propio mentor y colega. Entonces algo se movió dentro de él, le hizo perder la armonía de sus movimientos y, cayó en el suelo, no duro mucho allí, se levanto rápidamente y retomo la carrera. Sabia ahora que no podría ganar la carrera, entonces redujo  velocidad, perdió toda su motivación, y comenzó a escuchar como los pasos de aquellos que había pasado anteriormente se acercaban otra vez.

Ya termino la carrera, él no ganó, pero tampoco perdió, y no lo hizo porque justo antes de darse por vencido recordó el porque había corrido. Su corazón se lo había pedido, y con esto aquel corredor que llego de segundo en esa maratón entendió que aunque no siempre se logra el objetivo querido, es bueno haberlo intentado, porque ha sido el reto mas grande que ha perdido y con eso le ha llegado la ganancia mas importante que ha aprendido. No desfallecer nunca en intentar lograr hacer que cada día se convierta en ultimo vivido.
Ya años después, el corredor siguió corriendo, gano muchas otras carreras, le gano a su mentor porque dentro de su corazón la fuerza de la lucha y perseverancia están siempre presentes. Finguerling (2011) 

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