jueves, 5 de julio de 2018

Del Dolor de Patria, de de Contine y De Mundo



Me encontraba celebrando en un honomastico mas de la mujer que me permitió estar entre todos ustedes, cuando de repente me ataco el simple acto de comunicarme nuevamente con mis colegas de afecto y profesión. Joder!, que sorpresa tan grande la que me lleve al escucharlos acongojados, nostálgicos y angustiados por las vicisitudes que les ha propiciado la fortuita vida. En sus voces pude notar la desesperación que llega con la impotencia del saber que no hay mucho que con sus actos puedan lograr para cambiar el destino de sus allegados.

Los escuche mientras me dispuse a ingerir las medicinas que sin receta me han llevado a la posibilidad de interpretar al mundo de la manera escueta pero acertada que se ha vuelto mi herramienta fundamental de vida. Todos tres estaban confundidos, erráticos, molestos y dolidos. Sus palabras reflejaban la flaca de integridad que yacía en sus seres. Cada uno de ellos se debatía entre la necesidad de continuar con su vida y la desazón que sus dolores le implicaba. Joder! que momento tan difícil el que estaban pasando.

Con mis palabras tan solo buscaba reconfortar sus dolientes almas y mostrarles que mi impotencia era tan grande como las ellas mismas, pero todo esto mientras les manifestaba el deseo de poder apoyarlos con lo que en mi habita; esa virtud heroica que me complementa al mismo tiempo que me limita.

Una vez terminada cada una de esas erráticas comunicaciones, no tuve un mejor destino que el de encontrarme con una nueva tragedia. joder! Una más global y masiva; una desafortunada realidad que ha acompañado a la humanidad y que por la forma en la que he destinado mi vida no me había permitido contemplar.

Me quedé con el dolor, el desgarro gutural que enmarca la intención continua de tratar de toser para erradicar a un malestar que no quiere, y que no saldrá fácilmente de nuestro ser.

En ese mismo instante, una palabra que hacia tiempo había conocido llegó a mi; y lo hizo por medio de un comunicado claro, preciso y conciso. Se me volvió a presentar el tan adecuado termino de la "aporofobia".

La lluvia no se hizo esperar, tal vez sea esa causal coincidencia que me lleva a retratar lo que en mi vida ha sido significativo.

¿Pero qué es la aporofobia?  Es la forma de nombrar un acto humano desastroso. Es la manera en la que los demonios del temor a lo diferente se han hecho manifiesto en la actualidad. Es la cruel estrategia con la que la angustia se ha mostrado para tratar de acabar con el miedo que representa el riesgo de perder lo que se posee.

Esa tan importante palabra viene de dos términos griegos. "άπορος", el primero que significa pobre, indigente o desvalido. Y el segundo, "φοβία" que significa fobia; en otras palabras un temor intenso e irracional frente a algo.

La aporofobia llego nuevamente a mi, de forma paradójica, para resonar con esa maravillosa intención que me llevo a buscar la justicia y el bienestar que quienes tocan a mi puerta emocional y laboral. Me puso a pensar en la situación de cada uno de los seres humanos que existimos en este tan maravilloso terreno que llamamos planeta. Y lo hizo con una muy sencilla pregunta. ¿Qué es ser pobre, indigente o desvalido?

Puede que eso sea una muy sutil condición humana. Mis colegas, así como yo, somos pobres, ingentes y desvalidos de muchas condiciones. A lo mejor, si se ponen a pensar, todo lo somos. Ellos lo son por las condiciones que enmarcan el presente de sus vidas. Son pobres de los recursos necesarios para cambiar su presente, yo lo soy para hacer lo mismo con la mía aunque lo siga intentando. Son indigentes de la tierra que tenían antes de enfrentarse al destierro que el destino les propuso, como lo soy yo ante la culminación de mi ultimo contrato. Y están desvalidos de la posibilidad de hacer algo diferente a seguir viviendo porque saben que aunque tenga toda la energía para que sus dolores desaparezcan, no lo van a lograr; así como yo estoy desvalido de la posibilidad de retomar el contrato que me visto en la necesidad de dejar partir.

Si seguimos en este camino de ideas podríamos decir que los problemas se solucionarían con un poco más de recursos, pero eso es tan solo la mirada superflua de la vida. Hoy no existen y, no van a existir los recursos necesarios para alejar a la muerte, como tampoco lo van a existir para deshacer el pasado, o para recobrar el amor perdido. Fisicamente hablando, nadie se podrá volver a bañar en el mismo río de la vida, pues ese río no es ahora, como siempre no lo será; porque tan solo será diferente.

Es nuestra labor, la de todos los presentes, no dejarnos atrapar de la angustia, no permitirnos el fácil proceso de desechar lo que es distinto a nosotros. Allí está la mejor forma de preservar nuestra inconclusa humanidad. Está en aceptar que todos y cada uno de nosotros somos tan capaces y tan fugaces, pero sobre todo, que ninguno de nosotros somos una sola parte de la masa destructiva y ya extinta; esa masa que se atreve de nombrar como la raza dominante de este tan sublime pedazo de universo que se llama Tierra.

MIs colegas, y yo, nos encargaremos de lo propio; seremos tan íntegros y tan éticos en mostrarle al mundo mientras nos permitan nuestros seres finitos, que la humanidad que se permita tocarnos, es fundamental. Nos permitiremos el heterogéneo arte de mostrarle lo importante que es el luchar por la esencia de la maravillosa y tan corrupta humanidad. (Finguerling, 2018)

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