domingo, 11 de octubre de 2020

¡Has Muerto!








Si, he muerto un sin numero de veces, no te puedes imaginar cuantas, tu me has matado mas de las que tu crees, pero estoy muero como aun estoy vivo. Me mataras un par de veces más. Me mataste una vez mas. Me gustaría que me mataras hasta el momento que no tuviese más vidas a las que pudieras matar.

Puede que no esa este nuestro final, pero por eso mismo te sigo escribiendo, por eso mismo puede que me sigas leyendo. Así no lo sea, tengo claro que entre tu y yo se labra un lazo conductor mas fuerte que lo que pueden ser los cordones umbilicales que mantienen la vida de un feto mientras su madre lo alimenta sin saber. Por eso mismo, es que entre los dos se encuentra una sustancia tan entera que ni siquiera las palabras o los restos diurnos pueden intentar de soñar, y por ende significar.

Yo mori para todo lo que tu has significado como tu pareja de amor; tu me mataste en tus entrañas, en tus efímeros decesos de un placer viril. Me mataste por esa rabia encarnada en los celos que el cántico del grotesco fango, que se alimentaba con cada una de las manifestaciones que sin aceptar, ni yo de entender, tu tenias con él.

Eso fue lo nos separó, y lo que nos tiene apartados. Tu vida no resuelta al lado del traidor   “confundido”; del traidor que no se es permitido ser nombrado, fue lo que lo que sin cuartel nos separó. Pero sabemos que él sin nombre explícito, pero que enmarca el sustantivo de crimen, generó  como lo podrá ser para su vida, el nombre del castigo.

Un a vez acepatada la culpa, el remordimiento, y la gloria de tener a un Dios a tu lado, entendiste como es el sentir que ese Dios no es tan prefecto como tu te lo imaginabas; es saber y saborear amargamente lo que implica deshumanizara la esencia del ser que no se an encargado de sentir como el máximo, de lograr querer que con cada una de esas palabras, que con cada una de esas palabras que me has dicho, me has mostrado la humanidad integra de su esencia, me ha manifestado la hermosura tortuosa de su ser. Me ha comprobado que con el aroma del engaño se esconde el aromático sentimiento olfatorio del dolor, se puede experimentar.

Pero que cuantos de nosotros podemos sorprender la maravilla de eso? Por cuanta hipocreisas tendremos que pasar para lograr entender como es que siente ser humano? Por cual numero de circunstancias, fugaces es que cada uno de los ángeles que henos decidido aventuramos en este corrupto mundo tendremos que adolecer  para sentir que que no hace falta el cielo para sentir el amor… No lo se, nunca lo he sabido, ni siguiera me lo puedo imaginar.

O que si le puedo decir a este hermoso e inpefecot muno es que, nada es lo que aparantesa ser, nucna se confiesn de la marabvilla, n o se fien y no crean de las sonrizas, no acepenten los regalos sin sentido, no se vuelvan, no se desenmascaern con una mirada, no pierdan su esnecia por la hermosura delas curvas aromaricas de una mujer. Y sobre todo unnca dejen de forjarse en su cuerpo y su esencia por la esperanza que se gesta en el conocimiento de un ser que promente no con palabras dsino con actos, eso que ustedes anhelan lograr ser. Nunca se permitani, como tampo te permitas, dejar de viuvir, como se que on lo has hecho, tu yg su vida… No dejens, y no dejes de tocxar ese órgano que con cada una de sus tonalidades logra manifestar articualdfamente, la maravilla del sentioento de aquel que lo loca.  (fnguerling, 2013)  

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