Si, he muerto un sin numero de veces, no te
puedes imaginar cuantas, tu me has matado mas de las que tu crees, pero estoy
muero como aun estoy vivo. Me mataras un par de veces más. Me mataste una vez mas. Me gustaría que me mataras hasta el momento que no tuviese más vidas a las que pudieras matar.
Puede que no esa este nuestro final, pero por eso mismo te
sigo escribiendo, por eso mismo puede que me sigas leyendo. Así no lo sea, tengo claro que entre tu y yo se labra un lazo conductor mas fuerte que lo que pueden ser los cordones umbilicales que mantienen la vida de un feto mientras su madre lo alimenta sin saber. Por eso mismo, es que entre los dos se encuentra
una sustancia tan entera que ni siquiera las palabras o los restos diurnos pueden intentar de soñar, y por ende significar.
Yo mori para todo lo que tu has significado como tu pareja de amor; tu me mataste en
tus entrañas, en tus efímeros decesos de un placer viril. Me mataste por esa
rabia encarnada en los celos que el cántico del grotesco fango, que se alimentaba con cada una de
las manifestaciones que sin aceptar, ni yo de entender, tu tenias con él.
Eso fue lo nos separó, y lo que nos tiene apartados. Tu vida no resuelta al lado del traidor “confundido”; del
traidor que no se es permitido ser nombrado, fue lo que lo que sin cuartel nos separó. Pero sabemos que él sin nombre
explícito, pero que enmarca el sustantivo de crimen, generó como lo podrá ser para su vida, el
nombre del castigo.
Un a vez acepatada la culpa, el remordimiento, y la gloria
de tener a un Dios a tu lado, entendiste como es el sentir que ese Dios no es
tan prefecto como tu te lo imaginabas; es saber y saborear amargamente lo que
implica deshumanizara la esencia del ser que no se an encargado de sentir
como el máximo, de lograr querer que con cada una de esas palabras, que
con cada una de esas palabras que me has dicho, me has mostrado la humanidad
integra de su esencia, me ha manifestado la hermosura tortuosa de su ser. Me
ha comprobado que con el aroma del engaño se esconde el aromático sentimiento
olfatorio del dolor, se puede experimentar.
Pero que cuantos de nosotros podemos sorprender la
maravilla de eso? Por cuanta hipocreisas tendremos que pasar para lograr
entender como es que siente ser humano? Por cual numero de circunstancias, fugaces es que cada uno de los ángeles que henos decidido aventuramos en este corrupto mundo
tendremos que adolecer para sentir que que no hace falta el cielo para sentir
el amor… No lo se, nunca lo he sabido, ni siguiera me lo puedo imaginar.
O que si le puedo decir a este hermoso e inpefecot muno es
que, nada es lo que aparantesa ser, nucna se confiesn de la marabvilla, n o se
fien y no crean de las sonrizas, no acepenten los regalos sin sentido, no se
vuelvan, no se desenmascaern con una mirada, no pierdan su esnecia por la
hermosura delas curvas aromaricas de una mujer. Y sobre todo unnca dejen de
forjarse en su cuerpo y su esencia por la esperanza que se gesta en el
conocimiento de un ser que promente no con palabras dsino con actos, eso que
ustedes anhelan lograr ser. Nunca se permitani, como tampo te permitas, dejar
de viuvir, como se que on lo has hecho, tu yg su vida… No dejens, y no dejes de
tocxar ese órgano que con cada una de sus tonalidades logra manifestar
articualdfamente, la maravilla del sentioento de aquel que lo loca. (fnguerling, 2013)
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